Fisioterapia para el dolor lumbopélvico en el embarazo

El embarazo representa una transformación profunda del cuerpo femenino, tanto a nivel anatómico como hormonal y funcional. Entre los múltiples cambios que acompañan este proceso, uno de los más frecuentes y a menudo infravalorados es el dolor lumbopélvico.
Se estima que entre el 45 % y el 70 % de las mujeres embarazadas experimentan algún grado de dolor en la región lumbar o pélvica, y que entre un 15 % y un 25 % describe molestias lo suficientemente intensas como para limitar su movilidad o interferir con el descanso nocturno.
Pese a su alta prevalencia, el dolor lumbopélvico sigue siendo percibido por muchas gestantes como una "consecuencia inevitable" del embarazo, cuando en realidad se trata de una alteración multifactorial y tratable, íntimamente relacionada con el equilibrio entre el sistema musculoesquelético, el control motor y la función del suelo pélvico.
¿Por qué aparece el dolor lumbopélvico durante el embarazo?
Durante el embarazo, el cuerpo se adapta para albergar y sostener el crecimiento fetal. En este contexto, la pelvis —una estructura articular compleja compuesta por los huesos coxales, el sacro y el pubis— sufre una serie de modificaciones destinadas a facilitar el parto.
Las hormonas relaxina y progesterona desempeñan un papel crucial: aumentan la elasticidad de los ligamentos pélvicos, especialmente en las articulaciones sacroilíacas y la sínfisis púbica. Este proceso mejora la movilidad del canal del parto, pero reduce la estabilidad estructural de la pelvis, generando una sensación de inestabilidad o debilidad lumbopélvica.
A ello se suma el incremento del peso corporal y uterino, que modifica el centro de gravedad y aumenta la curvatura lumbar (hiperlordosis). La musculatura paravertebral, glútea y abdominal debe adaptarse a este nuevo patrón postural, generando compensaciones que sobrecargan la región lumbar y pélvica.
El suelo pélvico, conjunto de músculos que cierra la cavidad abdominal inferior y sostiene las vísceras pélvicas, participa activamente en esta compensación. Su función de sostén y de estabilidad se ve comprometida por el aumento de presión intraabdominal y por el estiramiento progresivo de las fibras musculares y fasciales. Cuando esta red no logra mantener un tono adecuado —ya sea por debilidad o por exceso de tensión— se produce un desequilibrio en la transmisión de cargas entre la pelvis, la columna y el abdomen, favoreciendo la aparición del dolor.
Características del dolor
El dolor lumbopélvico durante el embarazo no es uniforme. Puede manifestarse como una molestia sorda y profunda en la parte baja de la espalda o como un dolor punzante localizado en una o ambas articulaciones sacroilíacas, que a veces irradia hacia los glúteos, la ingle o la cara posterior de los muslos.
A menudo empeora al caminar, girar en la cama, permanecer de pie o subir escaleras, y tiende a intensificarse al final del día.
Algunas mujeres describen una sensación de "pelvis inestable" o "que se abre", acompañada de chasquidos o crujidos en la zona sacra. En casos más severos, el dolor puede limitar la movilidad y afectar la calidad del sueño, el ánimo y la participación en las actividades cotidianas.
Clínicamente se distinguen dos patrones principales:
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Lumbalgia pura, asociada a sobrecarga muscular y postural en la región lumbar.
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Dolor de la cintura pélvica, vinculado a la laxitud e inflamación de las articulaciones sacroilíacas o de la sínfisis púbica, en ocasiones diagnosticada como sacroileítis del embarazo.
Ambos cuadros pueden coexistir y, sin un abordaje integral, persistir incluso varios meses tras el parto.
El papel del suelo pélvico en la estabilidad lumbopélvica
El suelo pélvico no solo sostiene órganos; también actúa como componente estabilizador del complejo lumboabdominopélvico. Su sinergia con el transverso del abdomen, el diafragma y los multífidos constituye el núcleo del control motor del tronco.
Durante el embarazo, esta sinergia se ve alterada: el estiramiento de la musculatura abdominal, la presión del útero y los cambios respiratorios modifican la coordinación entre estos músculos.
Cuando el suelo pélvico está hipotónico, pierde su capacidad de sostén, lo que incrementa la movilidad articular pélvica y acentúa el dolor. En cambio, cuando se encuentra hipertónico o rígido, puede generar disfunción miofascial, dolor irradiado y sensación de tirantez.
Por ello, las estrategias terapéuticas más eficaces incluyen la reeducación neuromuscular y respiratoria, el entrenamiento de la estabilidad lumbopélvica y la liberación del suelo pélvico, según las necesidades individuales.
¿Cómo tratamos el dolor lumbopélvico desde la fisioterapia?
El tratamiento del dolor lumbopélvico debe ser individualizado, funcional y seguro para la gestante. Las intervenciones más respaldadas por la literatura incluyen el ejercicio terapéutico, la terapia manual, la educación postural y el uso selectivo de cinturones pélvicos.
Los ejercicios que fortalecen la musculatura profunda del abdomen, los glúteos y el suelo pélvico —siempre adaptados al trimestre de gestación— han demostrado reducir significativamente la intensidad del dolor y mejorar la estabilidad pélvica.
El entrenamiento acuático y las actividades de bajo impacto también son recomendables, ya que disminuyen la carga articular y facilitan el movimiento sin dolor.
En cuanto a la terapia manual, la evidencia sugiere que técnicas como la movilización articular suave, la liberación miofascial y la manipulación de tejidos blandos pueden mejorar la función de las articulaciones sacroilíacas y reducir el dolor.
Los cinturones o bandas pélvicas se recomiendan principalmente en casos de inestabilidad pélvica significativa o dolor de la cintura pélvica diagnosticado clínicamente, siempre combinados con ejercicio y educación postural.
Un aspecto esencial es la educación postural y ergonómica: aprender a moverse, agacharse o levantarse protegiendo la pelvis y evitando sobrecargas es una medida preventiva y terapéutica clave.
Prevención y pronóstico
Aunque el dolor lumbopélvico forma parte de la adaptación corporal al embarazo, no debe normalizarse. La prevención se basa en mantener una actividad física regular y consciente, con especial atención al entrenamiento del core y del suelo pélvico.
La fisioterapia perinatal desempeña un papel fundamental en la detección temprana de disfunciones y en la educación del movimiento durante la gestación y el posparto.
El pronóstico, en la mayoría de los casos, es favorable. Con un abordaje adecuado, la mayoría de las mujeres experimenta una reducción significativa del dolor en pocas semanas y una mejor recuperación posparto. Sin embargo, los cuadros no tratados pueden cronificarse y predisponer a disfunciones pélvicas o lumbalgias persistentes tras el nacimiento.
Si estás embarazada y sientes dolor lumbopélvico, ven a vernos
El dolor lumbopélvico en el embarazo es una manifestación compleja, multifactorial y altamente prevalente que refleja la interacción entre los cambios hormonales, biomecánicos y musculares propios de la gestación.
Lejos de ser un signo de debilidad, es una señal del cuerpo que requiere atención, educación y movimiento consciente.
La combinación de fisioterapia perinatal, ejercicios de estabilidad, reeducación postural y, cuando es necesario, el apoyo temporal de dispositivos de contención, constituye la estrategia más efectiva y segura para aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida durante el embarazo.
Cuidar la salud pélvica no solo alivia el presente, sino que prepara el cuerpo para un parto más equilibrado y una recuperación posparto más eficiente.
